“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón” (Gen 6:5-6)
El ser humano tras la caída quedó esclavizado al pecado, cegado por la mentira, entenebrecido por su corrupción, confundido en su propia necedad – ¿Hay aún algo bueno en él? Bueno, sigue siendo capaz de obrar creativamente y desarrollar ciencia, arte, medicina e industria – pero esa misma creatividad la emplea en promover el vicio, practicar iniquidades y producir nuevas formas de pecado. La realidad es que el ser humano está corrompido, es inútil esconderlo e imposible resolverlo por nosotros mismos – Dios que todo lo ve, está al tanto de cada pensamiento, intención, obra y trasgresión que se oponen a su santidad. ¿Cómo reacciona el Creador ante la obstinación de sus criaturas en pecar? Le duele en el corazón – recordemos que hablamos de una persona, un Dios supremo y soberano que al ver el alcance del pecado decide obrar con todo el furor de su justicia – Él no dará por inocente al culpable; “Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado” (Gen 6:7) es la sentencia del ser supremo. Aquí no hay nada que discutir, el ser humano corrompido y en rebelión contra Dios es indefendible – merece el aborrecimiento y la indignación del Señor de la gloria.
Pero aquí la historia da un giro inesperado – hay castigo, sí; uno muy severo – un diluvio que por cuarenta días junto con sus noches inundará la creación y ahogará a todo lo que respire. Pero junto con el tremendo castigo, el mismo Dios que es fuego consumidor se muestra también misericordioso y compasivo. Un hombre, Noé, halla gracia delante de Dios. No es que sea bueno, tampoco es que tenga méritos, no parece que Dios lo necesite, ni mucho menos se trata de alguien poderoso – apenas un hombre con un puñado de familiares, ocho en total, halla gracia delante de Dios.
El Creador supremo obrará todo lo necesario para que la creación vuelva a la paz e inocencia del Edén, si es necesario bajará del cielo a reparar lo que el pecado arruinó.
Gracia es el favor no merecido de Dios, la bendición no comprada, la compasión no ganada – este terrible juicio sobre la creación ha evidenciado tres cosas: {1} el ser humano es capaz de abrazar la necedad hasta la muerte, {2} Dios se toma el pecado muy en serio y sin embargo, {3} Dios no tiene planes de destruir a su creación – un arca atiborrada de animales habla de su deseo de preservar la obra de sus manos. Un arcoíris testifica su compromiso de seguir sustentando la vida en este planeta – no, la destrucción no será el proceder de Dios, sino la renovación.

El Creador supremo obrará todo lo necesario para que la creación vuelva a la paz e inocencia del Edén, si es necesario bajará del cielo a reparar lo que el pecado arruinó. Si pudo crear todo de la nada, entonces nada es imposible para él, bien puede hacer nuevas todas las cosas.
Pensando en esto, oremos:
Fiel Pastor, en las miserias de esta vida y ante la fragilidad de mi existencia, sostenme con tu poder y dirígeme en tu verdad; en la esperanza de una nueva creación sin dolor y sin frustración.
Padre Eterno; gracias porque no nos castigas como merecemos a causa de nuestras iniquidades, sino que en tu gracia y compasión cubres la multitud de nuestras rebeliones, proveyendo en tu Hijo el camino a la reconciliación.
Buen Salvador, aparta mi mente y mi voluntad de la necedad, líbrame de la mentira y mantenme arraigado en tu voluntad que es buena, agradable y perfecta.
Comentários